lunes, 18 de diciembre de 2017

Limnodrilus sulphurensis


La cueva de azufre en Steamboat Springs, Colorado, está llena de gases tóxicos de modo que una persona moriría después de unas pocas respiraciones. David Steinmann del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver fue el primero que exploró la cueva en 2007.

En este ambiente extremo, carente de luz solar, Steinmann encontró montones de pequeños gusanos de color rojo sangre, cada uno de ellos de sólo una pulgada de largo y tan delgados como una mina de lápiz.

El color rojo brillante de los gusanos de la cueva probablemente proviene de los altos niveles de hemoglobina y compuestos relacionados que protegen al gusano del sulfuro de hidrógeno.

Las cuevas llenas de azufre son raras, con algunas encontradas en México e Italia. Los altos niveles de azufre que crean el gas de azufre en la cueva de Colorado probablemente provienen en gran parte de la materia orgánica atrapada hace mucho tiempo en el travertino de la cueva, un tipo de piedra formada por depósitos de los arroyos y manantiales de agua mineral.

Los microbios en la cueva convierten a su vez el azufre en gas de sulfuro de hidrógeno, lo que da la a la cueva su olor a huevos podridos y puede ser mortal en altas concentraciones. Sin embargo, la vida se desarrolla dentro de la cueva a pesar tanto del sulfuro de hidrógeno como del dióxido de carbono hasta cuatro veces los niveles que podrían matar a un ser humano.


Ahora el análisis genético ha confirmado que los gusanos son una nueva especie que no puede encontrarse en ningún otro lugar en la Tierra. Lo llamaron Limnodrilus sulphurensis, en honor del azufre que alimenta la base de la cadena alimenticia en este ambiente de otra manera mortal.

Estos diminutos gusanos, aparte de aportar más descubrimientos en un mundo que no deja de sorprendernos, podrían ofrecer pistas sobre el tipo de vida que se puede encontrar en otros planetas.

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